Un gen es una secuencia de nucleótidos específica que codifica instrucciones
para la síntesis de proteínas, las obreras moleculares que construyen y mantienen
nuestro cuerpo. Es decir, cada gen lleva la receta para la creación de una proteína
única.
Una característica estelar de los genes es su capacidad para mutar y
evolucionar. A lo largo de millones de años, los genes han experimentado cambios
que han dado lugar a la diversidad de formas de vida que poblamos la Tierra. La
variabilidad genética es la esencia misma de la evolución.
Los ejemplos de aplicación de su estudio son extensos. La identificación de
mutaciones en genes específicos ha posibilitado el desarrollo de pruebas genéticas
que ayudan en el diagnóstico y asesoramiento genético, permitiendo a las personas
tomar decisiones informadas sobre su salud y la de sus descendientes. En la
agricultura, la ingeniería genética ha llevado a la creación de cultivos transgénicos;
donde la introducción de genes específicos en plantas, ha mejorado su resistencia a
plagas, su tolerancia a condiciones adversas y su rendimiento, contribuyendo a la
seguridad alimentaria mundial.
¿Sabías que el genoma humano contiene alrededor de 20.000 a 25.000
genes? Aunque pareciera una cantidad relativamente pequeña, es sorprendente
cómo la combinación y expresión de estos genes da origen a la diversidad y
complejidad de cada ser humano. Además, los genes no actúan solos; interactúan en
redes complejas. Las vías metabólicas, las cascadas de señalización y la regulación
génica forman intrincadas coreografías moleculares donde múltiples genes trabajan
en conjunto para orquestar todos los procesos biológicos.