El término «riesgo» es uno de esos conceptos que todos conocemos en la
superficie, pero que adquiere una nueva dimensión cuando lo exploramos en el
contexto de la genética. En esta disciplina fascinante, el riesgo no se trata solo de
una posibilidad abstracta, sino de la probabilidad concreta de que ocurra un evento
específico. En esencia, estamos investigando cómo la composición genética influye
en la probabilidad de expresión de un rasgo o característica.
El riesgo no es estático ni absoluto, puede variar según diversos factores,
desde la edad y el estilo de vida hasta la exposición ambiental. Es un terreno fértil
para la investigación, donde los científicos buscan comprender las complejas
interacciones entre nuestros genes y nuestro entorno para prevenir enfermedades y
promover la salud.