La herencia mendeliana se basa en las observaciones y experimentos pioneros realizados por Gregor Mendel en la década de 1860 con guisantes de
jardín. Mendel descubrió tres leyes fundamentales que gobiernan la transmisión de
rasgos de una generación a otra.
En el escenario genético, la herencia mendeliana se manifiesta a través de
las leyes de segregación y la distribución independiente de los alelos, que dictan
cómo ciertos rasgos se heredan y reparten durante la reproducción sexual, dando
lugar a la diversidad genética en las poblaciones.
Una característica estelar de la herencia mendeliana es la claridad de sus
patrones. Mendel estudió caracteres que seguían patrones de herencia simple,
donde un solo gen y sus alelos determinaban un rasgo específico. Esto facilitó la
identificación y comprensión de las leyes genéticas fundamentales.
Existen diversos campos de aplicación de estas leyes en el mundo real. En
agricultura, se utiliza para criar cultivos con características deseables, como mayor
rendimiento, resistencia a enfermedades o frutas y verduras de mejor sabor. En
medicina, la comprensión de la herencia mendeliana es fundamental para el
diagnóstico y tratamiento de enfermedades genéticas, permitiendo a los médicos
predecir el riesgo de padecer ciertas condiciones y diseñar terapias personalizadas.
Las pruebas genéticas basadas en las leyes de Mendel, permiten identificar
mutaciones en genes específicos que pueden estar vinculadas a condiciones
hereditarias.
Mendel, en su humildad, publicó sus descubrimientos en un oscuro periódico
científico, apenas recibiendo reconocimiento en su tiempo. Décadas después,
cuando otros científicos reavivaron su legado, el mundo reconoció la genialidad de
este modesto monje y su jardín de guisantes.