Desde el punto de vista de la genética, los microsatélites son como gemas
codificadas en el ADN, pequeñas secuencias de nucleótidos que se repiten en
tándem. Su funcionamiento se basa en su característica principal: la variabilidad en
el número de repeticiones entre individuos de una misma especie.
¿Pero cómo se utilizan los microsatélites en el mundo científico? Su alta tasa
de mutación y su variabilidad los convierten en marcadores genéticos ideales para
estudiar la diversidad y la historia evolutiva de las especies. En biología forense, por
ejemplo, se utilizan como herramientas para la identificación de individuos en
investigaciones criminales o en pruebas de paternidad, aprovechando su capacidad
para distinguir entre personas basándose en sus perfiles genéticos únicos. En
genética de poblaciones, los microsatélites permiten trazar líneas genealógicas y
estudiar la estructura genética de las poblaciones, revelando migraciones, mezclas y
aislamientos a lo largo del tiempo.
¿Sabías que la variabilidad en la longitud de los microsatélites puede ser tan
única como una huella digital? Esta singularidad genética ha llevado a su uso en
estudios de poblaciones y genealogías. Además, los microsatélites a veces
experimentan «saltos» inusuales en su longitud, conocidos como mutaciones por

deslizamiento. Estas pequeñas «imprecisiones» en la danza genética pueden tener
consecuencias significativas, influyendo en la función génica y contribuyendo a la
variabilidad genética.