Los péptidos son cadenas cortas de aminoácidos, los ladrillos fundamentales
de las proteínas. Su estructura modular les confiere la capacidad de formar enlaces
específicos, creando una variedad infinita de combinaciones que determinan la
función de la proteína resultante. Estas cadenas peptídicas pueden ser tan diminutas
como dos aminoácidos, o extenderse hasta unas pocas decenas. Su versatilidad les
permite actuar como mensajeros, transportadores, enzimas y reguladores,
desempeñando roles cruciales en la orquesta molecular de la vida.
La versatilidad de los péptidos se manifiesta en una variedad de aplicaciones,
desde la industria farmacéutica hasta la cosmética y la investigación médica. En
medicina, algunos se han convertido en héroes terapéuticos, como las insulinas
sintéticas utilizadas para tratar la diabetes. Los péptidos antimicrobianos, por otro
lado, son los defensores naturales del sistema inmunológico, luchando contra
bacterias y patógenos invasores. En cuanto a la cosmética, péptidos como el
colágeno, han conquistado el mundo anti-envejecimiento al contribuir a la elasticidad

y firmeza de la piel.
Algunos péptidos tienen propiedades bioactivas sorprendentes. Por ejemplo,
la famosa endorfina, conocida como la «hormona de la felicidad»; es un péptido que
actúa como neurotransmisor, ayudándonos a sentirnos bien y aliviar el dolor.