En el corazón de cada célula, las proteínas son las protagonistas indiscutibles.
Estas moléculas son como bailarinas meticulosamente ensayadas, ejecutando
movimientos definidos y desempeñando funciones cruciales en cada acto del drama
biológico. Las proteínas son macromoléculas compuestas por cadenas lineales de
aminoácidos, plegadas en formas tridimensionales específicas que determinan su
estructura y función.
Existe un amplio espectro de funciones que estas moléculas pueden realizar.
Por mencionar algunos ejemplos, destacamos las enzimas, encargadas de catalizar
reacciones bioquímicas; los anticuerpos, que protegen al organismo contra
invasores; y aquellas que actúan como transportadoras, moviendo moléculas a

través de las membranas celulares. También pueden llevar a cabo funciones
hormonales, actuando como mensajeros químicos que regulan procesos corporales
como el crecimiento y el metabolismo. Además, no podemos olvidar el papel
fundamental que desempeñan en la estructura y función celular, así como su
importancia crucial en la comunicación entre células.
En el escenario celular, las proteínas despliegan su talento en una variedad de
funciones, mientras que en el ámbito de la tecnología, se utilizan en un sin fin de
aplicaciones fascinantes. Por ejemplo, en la industria alimentaria, las enzimas
proteicas se utilizan para mejorar la textura y el sabor de los alimentos, así como
también, para prolongar su vida útil. En medicina, las proteínas recombinantes,
obtenidas mediante técnicas de ingeniería genética, se emplean en terapias para
tratar enfermedades como la diabetes y el cáncer.