Por: Jennifer Pochne
El 4 de diciembre de 1908, nació Alfred Day Hershey, un destacado biólogo molecular estadounidense cuya carrera excepcional dejó una huella imborrable en el ámbito de la genética y la biología molecular. A lo largo de su destacada carrera, marcada por varios descubrimientos significativos, la contribución más sobresaliente de Hershey se vincula con su experimento revolucionario realizado en 1952 junto a su colaboradora Martha Chase. Este experimento demostró de manera concluyente que el ADN es el material genético para la vida, en contraposición a la creencia previa de que las proteínas cumplían este papel. Este hallazgo marcó un cambio de paradigma en la comprensión de la herencia biológica y consolidó el rol central de la molécula de ADN en la transmisión de la información genética.
Alfred Hershey nació en Owosso, Míchigan, Estados Unidos. Durante sus primeros años, asistió a escuelas públicas en Owosso y Lansing. Desde temprana edad, Hershey mostró una curiosidad innata por la ciencia, lo que lo llevó a continuar sus estudios en biología. En 1930, obtuvo su Licenciatura en Bacteriología en el Michigan State College (actualmente Michigan State University), y en 1934, se doctoró en Química en la misma institución. En ese momento, su interés se centraba en la bacteriología y la bioquímica de la vida, evidenciado por su tesis doctoral sobre la química de Brucella, la bacteria causante de la brucelosis. Tras obtener su doctorado, Hershey trabajó como asistente de investigación en el Departamento de Bacteriología de la Facultad de Medicina de la Universidad de Washington en St. Louis, donde inició su investigación pionera en bacteriófagos, virus que infectan bacterias, marcando el rumbo de sus futuros logros.
Los comienzos en su trabajo con bacteriófagos
Los bacteriófagos, compuestos principalmente por proteínas y ADN, fueron descubiertos en 1915. Hershey intuía que el estudio de la replicación de estos virus proporcionaría información crucial sobre cómo los organismos superiores, incluidos los humanos, transmiten la información genética de generación en generación.
Los bacteriófagos tienen una estructura que generalmente incluye una cabeza que contiene el material genético (ADN o ARN), una cola que se utiliza para anclarse a la bacteria huésped y un conjunto de proteínas que facilitan la infección.
El trabajo de Hershey con bacteriófagos pronto arrojó descubrimientos significativos. En 1945, demostró que los bacteriófagos podían experimentar mutaciones espontáneas, desafiando la creencia previa de que las mutaciones ocurrieran gradualmente. Al año siguiente, en 1946, demostró que diferentes cepas de bacteriófagos podían intercambiar material genético al infectar la misma célula bacteriana, denominando a este fenómeno recombinación genética.
No obstante, Hershey no fue el único científico que vio el potencial de trabajar con bacteriófagos. Dos científicos influyentes, Max Delbrück, físico alemán, y Salvador Edward Luria, biólogo y médico italiano, también seguían la misma línea de investigación y llegaron a las mismas conclusiones. Aunque los tres hombres no trabajaron físicamente juntos, colaboraron mediante conversaciones y correspondencia, formando el autodenominado «grupo de los fagos». Su espíritu colaborativo, incluso en una época donde las comunicaciones eran más difíciles, ejemplifica la sinergia del trabajo en equipo. Al evitar la competencia y la duplicación de las tareas, lograron avanzar más rápidamente en la investigación de los bacteriófagos.
El experimento de Hershey y Chase
En 1950, Hershey se unió al departamento de genética del Instituto Carnegie en Cold Spring Harbor, Nueva York. Dos años después, llevó a cabo su experimento revolucionario junto a Martha Chase, con el objetivo de demostrar que el material genético en los fagos era el ADN. Utilizando bacteriófagos marcados radioactivamente, Hershey y Chase confirmaron de manera concluyente que el ADN es el material genético, desafiando la creencia previa de que eran las proteínas las portadoras de esta información. Este hallazgo representó un cambio paradigmático en la comprensión de la herencia biológica, consolidando la posición central del ADN en la transmisión de la información genética.
En el experimento llevado a cabo en 1952, Hershey y Chase crearon dos conjuntos distintos de virus, cada uno marcado con una sustancia radiactiva diferente. Utilizaron fósforo radiactivo para marcar el ADN en el primer grupo y azufre radiactivo para marcar la proteína en el segundo (ya que el ADN no contiene azufre y la proteína no contiene fósforo). Luego, infectaron bacterias con ambos conjuntos de fagos y procedieron a separar las carcasas virales y las bacterias mediante centrifugación. Posteriormente, midieron la radiactividad en ambas fracciones. Basándose en los resultados obtenidos, Hershey y Chase llegaron a la conclusión de que el material genético viral era el ADN y no las proteínas.
Después del famoso experimento de 1952, Hershey continuó investigando la estructura del ADN del fago. Aunque el ADN humano se enrolla en una doble hélice, Hershey descubrió que parte del ADN del fago es de cadena sencilla y parte es circular. En 1962, fue nombrado director de la Unidad de Investigación en Genética en Cold Spring Harbor, retirándose en 1974.
A lo largo de su carrera, Hershey recibió numerosos reconocimientos, incluido el Premio Nobel de Fisiología o Medicina en 1969, compartido con Salvador Luria y Max Delbrück, por sus contribuciones a la genética. Estas investigaciones no solo marcaron un cambio fundamental en el paradigma de la biología, sino que también ayudaron a otros a desarrollar vacunas contra enfermedades víricas como la poliomielitis.
El legado de Hershey perdura en la biología molecular, y su enfoque innovador ha influido en generaciones de científicos. Su vida y trabajo no solo revelan una dedicación apasionada a la investigación, sino también un compromiso duradero con el avance del conocimiento científico. Alfred Day Hershey falleció el 22 de mayo de 1997, pero su impacto en la genética y la biología molecular sigue siendo motivo de inspiración para la comunidad científica en todo el mundo.